Una demora, sí, pero quién no se demora en el rock y quién no se demora en Tucumán. Eran las 12, la 1, las 1.000 y todavía quedaban algunos restos de paciencia, pero las 4.30 ya era mucho y la cerveza estaba cada vez más caliente. “Es el Pity”, era la explicación de los fans, una respuesta autocomplaciente a las poco convincentes explicaciones de la producción, que hasta último momento intentó mantener a flote un barco que terminó incendiándose.

El fuego ya no es ni broma de buen gusto ni una imagen poética si se lo mezcla con el rock barrial. Cromañón virtualmente vetó esa palabra. Pero a las 4.30 del domingo, de una noche interminable de sábado en Argentinos del Norte, a nadie le importó. Algunos habían entrado a las 18, cuando se abrieron las puertas. Algunos se habían gastado el sueldo entero entre entradas ($500 las anticipadas, $700 en la puerta). Algunos viajaron desde Córdoba, Uruguay, la Patagonia Argentina, todo el norte, para vivir el “gran regreso” de Viejas Locas, que hace dos años no pisaba un escenario. Entonces, a las 4.30, llegó el fuego pero no llegó el rock.

Entre las 7.35 y las 22.12 del sábado aterrizaron en Tucumán 10 vuelos procedentes de Buenos Aires. En ninguno de ellos llegó Cristian “Pity” Álvarez. Lo único que se supo durante la noche fue a través de un video que pusieron en las pantallas, a la 1.30, en el que el rock star explicaba que había tenido unos problemas gravísimos y que recién estaba por tomarse un avión. “Puedo llegar en una hora y media”, prometió. El público le respondió con insultos, pero se quedó bancando la espera, la cerveza caliente y el recital que no fue.

Alrededor de las 4.30 se empezó a ver movimiento. Pero, en realidad, la producción estaba comenzando a retirar los equipos de sonido, sin dar mayores explicaciones. Y ahí sí, la bomba explotó: comenzaron a prender fuego los equipos, la torre de sonido se convirtió en una llamarada incontenible. Como si se tratara de un gran fogón o una vigilia esperando al ídolo, algunos seguían agitando las banderas de Viejas Locas, mientras otros aprovechaban para robarse consolas y micrófonos. Zona liberada en Argentinos del Norte. “No escuchamos la banda, pero nos llevamos sus equipos...” ¿Ese habrá sido el razonamiento? Pero seis horas después del horario estipulado para el show, no había razonamiento que valiera.

Botellazos al ídolo

Un rato después de las 5, con los parlantes todavía ardiendo en llamas, apareció Pity en el escenario, flanqueado por dos hombres de seguridad. Le exigieron dar la cara, para calmar las aguas, pero en lugar de un aplauso recibió una tormenta de latas de cerveza y objetos que le lanzaba el público. Insultos también, está claro.

Pity llegó al escenario como un alma en pena. Como el soberano de una tierra saqueada, intentando ser rey entre el humo y los cascotazos de bronca. Parecía un espantapájaros que no espantaba a nadie, apenas si podía mantenerse en pie, hasta que no había más final que sacarlo de ahí para conservar un ápice de dignidad. La de él y la de los fans, que pagaron $ 700 y lo esperaron seis horas para ese circo lacrimógeno.

Broncas sin respuestas

“Anoche fui sabiendo que soy un cabeza de zapato, desde el sur de Córdoba, para que el drogadicto hijo de puta este no salga a tocar”. “A Pity lo banqué siempre, pero esto ya fue un montón”. Las redes sociales comenzaron a arder como los parlantes durante la madrugada.

Al amanecer, los principales medios nacionales ya tenían la noticia y los videos de Viejas Locas y el regreso que no fue en Tucumán.

A las expresiones de bronca de los fans le siguieron voces de apoyo, que apuntaban los cañones contra los productores y no contra el músico. Hay quienes sostienen que la industria (los productores) venden shows que Álvarez no está en condiciones de dar.

Lucas Salinas, el productor local, optó por no hablar con LA GACETA. Sólo llegó a deslizar que estuvo largas horas en Buenos Aires, esperando que el músico bajara de su casa para luego subirse al avión, pero que no sucedió hasta la madrugada, cuando pasó lo que pasó. Pity llegó a Tucumán en avión privado, pero llegó demasiado tarde para apagar un fuego que, sin saber, él mismo había encendido.

papelón nacional
un desacuerdo en los números habría originado la
demora del músico y los posteriores disturbios
Desde la mañana y durante todo el día desfilaron por los medios de comunicación las voces de algunos protagonistas cercanos al papelón de Viejas Locas en Tucumán. Uno de ellos fue un técnico, Nicolás, que dio algunas precisiones en C5N. “Es normal que Pity llegue tarde, pero nunca ocho horas. Al escenario”, explicó. AAfirmó que además del incendio y los robos, algunos de sus compañeros fueron agredidos. “Solamente quiero el resarcimiento, tanto para la gente que fue a trabajar como para la que fue a disfrutar el show”, reclamó el técnico, quien sostuvo además de el cantante llegó a las 5 de la mañana en un avión privado y se encerró en el camarín. Algunas versiones sostuvieron que el origen de la demora y de que “Pity” se haya “empacado” fue un desacuerdo entre los números de las entradas vendidas: se habló de 10.000 personas en Argentinos del Norte, pero 5.000 entradas vendidas.

Un desacuerdo en los números habría originado la demora

Desde la mañana y durante todo el día desfilaron por los medios de comunicación las voces de algunos protagonistas cercanos al papelón de Viejas Locas en Tucumán. Uno de ellos fue un técnico, Nicolás, que dio algunas precisiones en C5N. “Es normal que Pity llegue tarde, pero nunca ocho horas. Al escenario”, explicó. Afirmó que además del incendio y los robos, algunos de sus compañeros fueron agredidos. “Solamente quiero el resarcimiento, tanto para la gente que fue a trabajar como para la que fue a disfrutar el show”, reclamó el técnico, quien sostuvo además de el cantante llegó a las 5 de la mañana en un avión privado y se encerró en el camarín. Algunas versiones sostuvieron que el origen de la demora y de que “Pity” se haya “empacado” fue un desacuerdo entre los números de las entradas vendidas: se habló de 10.000 personas en Argentinos del Norte, pero 5.000 entradas vendidas.


LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
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